Encontrar una niñera adecuada para niños con necesidades especiales requiere un proceso de selección exhaustivo. Este artículo ofrece una guía completa con pasos clave: desde buscar profesionales en plataformas de confianza hasta establecer un periodo de prueba, asegurando así el bienestar y la seguridad de tu hijo.
Elegir una babysitter para un niño con autismo requiere atención a competencias específicas. Es fundamental que la babysitter comprenda y utilice el sistema comunicativo del niño, ya sea verbal o no verbal, y que sea capaz de gestionar sus necesidades cotidianas con empatía y coherencia.
Ser padre o madre implica muchas cosas. Y también, como todos sabemos (y sin culpa), es agotador. Todas las madres y padres necesitan un descanso, un momento de desconexión del peso de las funciones y responsabilidades que conlleva la crianza. Esto es aún más cierto para los padres de niños con autismo, quienes se enfrentan a mayores dificultades a la hora de recurrir a formas habituales de apoyo: una babysitter, la vecina, una escuela de verano o una ludoteca “de respaldo”.
Evidentemente, los niños dentro del espectro autista (veremos a continuación qué significa esta definición) tienen necesidades especiales. Necesidades que deben ser abordadas por alguien que sepa combinar las competencias típicas de una babysitter con otras más específicas.
Para delinear el perfil ideal de la babysitter para niños con autismo, hablamos con el doctor Davide Moscone, psicólogo y psicoterapeuta, presidente de la Asociación Spazio Asperger ONLUS y director clínico de CuoreMente Lab, un centro que brinda servicios y apoyo a personas neurodivergentes y sus familias. Servicios que incluyen diagnóstico, intervenciones para el desarrollo de habilidades y competencias infantiles, formación para padres y capacitación especializada.
Antes de hablar de babysitters para niños con autismo, hablemos de autismo
El espectro autista es una condición vinculada a un desarrollo neurobiológico atípico. No puede diagnosticarse mediante pruebas clínicas como resonancias magnéticas o radiografías, sino solo a través de la observación de comportamientos. Dicho esto, el autismo es un conjunto heterogéneo (de ahí el término “espectro”) de conductas y características con diversas causas y manifestaciones.
Para diagnosticar el autismo se utilizan los criterios establecidos por la APA (American Psychiatric Association), que agrupan los síntomas en dos grandes categorías:
dificultades en la comunicación y la interacción social: capacidad reducida para relacionarse, compartir pensamientos y emociones; respuestas inadecuadas ante las reacciones ajenas; poca iniciativa para compartir intereses;
patrones de conducta repetitivos, intereses restringidos y alta sensibilidad sensorial: muchas personas dentro del espectro tienen hipo o hipersensibilidad en uno o más de los cinco sentidos. Perciben más, son “de alta definición”.
Estas características son clave para orientar el trabajo de una babysitter con niños dentro del espectro autista.
¿Todos los niños dentro del espectro autista pueden quedarse con una babysitter?
La clave está en el “funcionamiento” del niño. El coeficiente intelectual es el factor que más incide en la posibilidad de interacción con la persona autista. Si existe un retraso cognitivo importante, el autismo se considera una discapacidad. Esto no significa que el niño no pueda quedarse con una persona ajena a la familia, pero en esos casos es recomendable contar con una babysitter profesional y con formación adecuada.
¿Qué competencias debe tener una babysitter para niños dentro del espectro?
Más que hablar de competencias específicas (aunque si es psicóloga o estudiante de psicología, mejor), hablaría de información. La familia debe proporcionar instrucciones claras. Usando una metáfora: cada niño tiene su “manual de instrucciones”, especialmente en cuanto a comunicación, que los padres deben compartir con la babysitter.
La babysitter debe saber qué sistema comunicativo usa el niño y sentirse cómoda con él. Por ejemplo, con niños no verbales se emplea con éxito el PECS (Sistema de Comunicación por Intercambio de Imágenes), que les enseña a usar imágenes para hacer peticiones o construir frases: Tengo sed, Quiero agua.
La babysitter también debe conocer perfectamente la rutina del niño y utilizar herramientas que le ayuden a controlar el entorno y entender qué debe hacer. En las actividades diarias, las imágenes también son fundamentales. La agenda visual permite gestionar rutinas con éxito incluso en niños con autismo de bajo funcionamiento y no verbales. Es un “qué debes hacer hoy” en imágenes: primero el baño, luego la cena, luego leeremos un cuento.
¿Hay otras áreas sensibles que debe conocer la babysitter?
La sensibilidad sensorial, sin duda. Debe conocer el perfil sensorial del niño y adaptarse: si no quiere que lo toquen, no debe tocarlo. Si le molestan los ruidos fuertes, deberá evitarlos.
Otra regla básica: a las personas autistas y con síndrome de Asperger no les gustan los cambios. Son estructuradas, no disfrutan las sorpresas, que representan un cambio repentino: en muchos casos, un niño autista se enfadará incluso ante un regalo. Uno de los principales objetivos de la babysitter será evitar cambios y hacer que el entorno sea predecible. Y aquí vuelve la importancia de la comunicación visual: cuando veo, comprendo.

¿Cómo gestionar la introducción de una nueva babysitter?
De la misma manera que se manejan todas las transiciones que un niño dentro del espectro debe afrontar, como el inicio de la escuela primaria. El “paso a paso” es siempre una estrategia eficaz para ayudar al niño a adaptarse de forma gradual.
El primer paso es visual. Una buena idea es pedir a la nueva babysitter que proporcione fotos o un videocurrículum que el niño pueda ver varias veces para familiarizarse. El padre o madre debe acompañar este proceso con palabras: “Mira, ella es la nueva babysitter. Antes venía Carlotta, dentro de unos días vendrá Francesca. Ella es Francesca”.
Luego viene la fase de co-presencia: primero con la antigua babysitter (si la hay), luego con los padres. Después, la nueva babysitter podrá quedarse media hora sola con el niño. Al día siguiente, una hora. Y así progresivamente hasta la integración completa.
Babysitter para dos niños: ¿es posible si uno de ellos es autista?
Depende del otro niño, de su edad y grado de autonomía. Si el segundo niño es independiente, no hay problema.
En el caso de hermanos, conviene mencionar que el autismo, al igual que el síndrome de Asperger, tiene una base genética y hereditaria. Existen familias completamente neurodivergentes. En muchos casos, uno de los hijos está diagnosticado, mientras que el otro (muy funcional, con buen rendimiento escolar) pasa desapercibido. Es decir, ambos hermanos podrían estar dentro del espectro: la posibilidad de compartir babysitter dependerá del funcionamiento cognitivo y relacional de ambos.
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